jueves, 1 de noviembre de 2012

The Last Nigh Cap.3





Kevin observó la repentina expresión de pánico de Danielle cuando, al fin, le reveló sus condiciones.
Su mujer se quedó en silencio, parpadeando, y él aprovechó para observarla mejor.
Kevin no se había dado cuenta de lo que cuatro años de separación habían significado para él. Nunca había conocido a una mujer tan admirable como Danielle, ni tan bella, ni con tanto talento. Y todo lo que había hecho, lo había hecho por ella. Había querido demostrarle a su esposa y a su rica familia política que había hecho bien casándose con él y que podía darle todas las cosas que ella merecía.
Cielos, cómo la había amado, reconoció.
Kevin respiró hondo y Danielle levantó la barbilla.
–No lo dices en serio, Kevin.
–No bromeo.
Danielle se levantó de forma abrupta y lo miró a los
ojos.
–No, me parece que has perdido el sentido del
humor.
Kevin percibió su suave aroma exótico, la misma fragancia que había usado cuando habían vivido como marido y mujer. Los recuerdos de noches cargadas de pasión y erotismo lo invadieron. Recordó su sedosa piel, su respiración en el cuello, aquel suave y sensual cuerpo debajo del suyo. Seguía deseándola. No le dejaría escapatoria y ella tendría que aceptar su petición. Quien riera el
último, reiría mejor, se dijo. 
–Al contrario, pequeña. Tengo mucho sentido del humor, cuando algo es gracioso. Esto, sin embargo, no es gracioso.
–¡Es ridículo! ¿Quieres que viva contigo durante
toda una semana? ¿Por qué, Kevin?
Kevin arqueó las cejas, pero siguió en silencio.
Los ojos de Danielle se llenaron de rabia. Lo señaló con el dedo, temblando de indignación.
–Esto es chantaje.
–Me lo debes por abandonarme.
–¡Fuiste tú quien me obligó a hacerlo! –exclamó ella, furiosa.
Kevin se puso tenso.
–No, Danielle –repuso él con calma–. Trabajaba mucho para construirnos un futuro.
Danielle meneó la cabeza con fuerza, haciendo que mechones de rizos le invadieran el rostro.
–No, no, no. No dejaré que te salgas con la tuya. Yo te quería. Quería una familia. Hijos. Tú sólo querías amasar una fortuna. Nunca estuviste para mí cuando te necesitaba, Kevin.
Kevin se encogió de hombros. Había oído todo aquello antes y nunca había estado de acuerdo con su punto de vista sobre el matrimonio. Sólo le había pedido una cosa a Danielle: paciencia. Él había querido darle la luna.
–¿Y tu solución fue dejarme?
Danielle dio un paso atrás y bajó el tono de voz.
–No pude seguir intentándolo. Necesitaba más
de ti.
–Y marcharte de Somerset solucionaba el problema. Te fuiste de la noche a la mañana.
Kevin sintió que un profundo dolor lo atravesaba. No había creído que Danielle siguiera teniendo el poder de lastimarlo pero, al volver a verla, todos sus recuerdos habían revivido. Habían discutido la noche anterior a que Danielle se hubiera ido y se habían ido a la cama enfadados. Pero aquello no había sido nada comparado con el recuerdo de descubrir que se había ido de casa antes del amanecer, dejando sólo una nota.
–No fue tan fácil –afirmó Danielle, con gesto triste. Respiró hondo para retomar fuerzas, abrió la carpeta que llevaba y sacó los documentos del divorcio–. Si olvidas esta locura y firmas, yo…
–¿Te irás?
Danielle cerró los ojos.
–Sí. Por favor, Kevin. Esto ya es bastante difícil.
En eso tenía razón, pensó. Era difícil verla de nuevo. Y soportar los viejos y dolorosos recuerdos. Su marcha le había roto el corazón en mil pedazos. Él había intentado ocultar su dolor a los ojos
del mundo y había dejado que la amargura lo invadiera.
Se había pasado los años posteriores a su ruptura maldiciendo a Danielle Pettigrew e intentando quitársela de la cabeza con aventuras ocasionales, mujeres que nunca habían estado a la altura
de su esposa. Se había negado a tener relaciones serias y se había volcado en el trabajo.
Kevin se encogió de hombros para ignorar su dolor, como había hecho durante años. Se mantuvo firme.
–Quiero pasar una semana contigo, Danielle. Una semana en mi piso. Luego, firmaré los papeles del divorcio.
Danielle se encogió. Volvió a guardar los documentos
y lo cerró.
–No puedo hacer eso.
Kevin dio la vuelta a su escritorio y se acercó a ella. Los ojos de Danielle brillaban como diamantes y su piel parecía suave como la de un bebé, pero era su boca lo que lo atraía como un imán. Nunca
había superado la rabia que sentía hacia ella… ni lo mucho que la deseaba.
Y, ya que estaba allí, quería tener una última experiencia sexual con su esposa. Kevin le rozó la muñeca y le acarició el brazo
con ternura. A Danielle se le puso la piel de gallina y él
disfrutó del momento con satisfacción.
–Si quieres el divorcio, vas a tener que pagar un
precio.
Danielle se quedó sin respiración y lo miró a los
ojos.
–Has cambiado, Kevin.
–No lo niego.
Danielle dio un paso atrás y Kevin le soltó el brazo.
Ella se mordió el labio inferior de ese modo adorable que tanto lo excitaba.
–Te haré una contraoferta.
Kevin sonrió por dentro. Debía haber sabido que su enérgica esposa no se rendiría sin luchar. Siempre la había admirado por eso.
–Te escucho.
–Una noche. Te daré una noche, eso es todo.
Kevin estuvo a punto de negarse. Una noche no era pago suficiente. Quería más tiempo con ella. Su plan era engatusarla para que se enamorara de él de nuevo. Y, como venganza por haberlo abandonado, después la rechazaría. Luego, firmaría el divorcio.
Entonces se le ocurrió algo y cambió de idea.
–Trato hecho –dijo él–. Sólo si aceptas que nuestra noche juntos sea dentro de dos semanas a partir de hoy.
–¿Dos semanas? No puedo…
–Es mi última oferta. Te quedas en la ciudad dos semanas y, dentro de catorce días exactamente, tendrás el divorcio que quieres. Tómalo o déjalo y vete con esos papeles sin firmar, pequeña.
Danielle lo miró con desconfianza y arrugó la nariz.
Lo pensó durante unos segundos y levantó la barbilla.
–Bien. Pero sólo porque necesito el préstamo del banco. Me tienes contra la espada y la pared.
El aroma de Danielle volvió a atraerlo. Estaba tan guapa cuando se enfadaba…
–Pequeña, ya te he tenido contra una pared en una ocasión, ¿no lo recuerdas?
Al recordarlo, la expresión de Danielle se suavizó.
Kevin le rodeó la cintura con las manos y la apretó contra su cuerpo, agarrándole los glúteos.
–Kevin –susurró ella, antes de que la besara.


3 comentarios:

  1. –Has cambiado, Kevin.
    –No lo niego.


    CARAJOOOO!
    LA PALABRA DEL DIA: ¡CARAJO!
    Y COMO DECÍA:
    CARAJOOO, VOY A MACHACAR A KEVIN CON MI MACHETE
    Y A VOS TE VOY A MATAR CON MI ESCOPETA
    CARAJO!
    DIOOOOOOOS
    MICHELLE
    LA BESO
    ES QUE LA BESO.
    ¡CAARAAAJO!
    OK BASTA, CON EL CARAJO, CARAJO!
    NO ME LA CREO AUN, YA QUIERO VER LA AVENTURILLA QUE VAN A PASAR ESTE PAR...
    ME MUERO DE INTRIGA
    CARAJO, MICHELLE, GRACIAS POR LOS CAPIS DE HOY
    RECORDA SUBIR PRONTOOO O TE MATO
    ¿BUENO?
    BESOOOS Y ABRAZOS GRANDES Y FOOOOORTEEES
    (YA SE QUE ES FUERTES, PERO ME GUSTA DECIR FOOOORTEEES)
    TE QUIERO
    BYE
    PS: CARAJO!

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  2. Jooooooo...
    Dioss AMO ESTA NOVELA!!!!!!!!!!
    ADORO ESTA PAREJA *•*
    Jummmm Necesito más capis o explotaré igual que un globo con mucho gas!!!! Que raro sería eso :|
    Amo tus noves!!!!
    Sube más capítulos de todas porfa!!!!!!!!
    Necesito leer más!!!
    Bue... cúidate, besis, bye c:

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  3. wow se esta poniendo interesanteeeee
    please siguela porfiss

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