lunes, 5 de noviembre de 2012

I Don't Want To Love You cap.21



Miley no podía seguir fingiendo que no pasaba nada cuando estaba
muriéndose por dentro. 
Había tanta gente que pudo salir de la sala de espera sin que nadie se diera cuenta y, con los ojos llenos de lágrimas, se dirigió al ascensor.
Mientras esperaba a que se cerrasen las puerta vio que Nick la había seguido, pero no llegó a tiempo.
Pensando que seguramente iría tras ella, cruzó la calle a toda prisa con intención de tomar un taxi.
Hacía sol y había una ligera brisa, un día perfecto para el nacimiento de la hija de Demi, pensó. Una nueva vida había llegado con la primavera, un nuevo principio después de un largo invierno.
Algo muy simbólico y, sin embargo, para ella la primavera no significaba nada.
Bueno, tal vez estaba siendo un poco dramática, pero se sentía tan triste que le costaba trabajo respirar.
Amaba a Nick a pesar de sus defectos, de sus problemas, pero quería que le sonriese a ella y a su hijo como había sonriendo a la hija de Demi y Joe.
Quería verlo feliz por el embarazo… Cuando lo vio sonreír a la niña había sido como ver a otra persona, alguien completamente diferente.
¿Era así como se mostraba con la gente a la que quería?, se preguntó.
De modo que la cuestión no era que fuese incapaz de querer, sencillamente no quería o no podía amarla a ella. O a su hijo.
Las lágrimas rodaban por su rostro, pero Miley no se molestó en disimular.
¿Para qué? Empezó a sonarle el móvil cuando estaba subiendo a un taxi, pero tampoco se molestó en responder porque sabía que era Nick.
Estaba llegando a su apartamento cuando sonó de nuevo, pero esta vez era Demi y Miley contestó de inmediato.
–Hola, cariño. ¿Cómo estás? 
–Soy Joe.
–Ah, ¿va todo bien? 
–Todo va perfectamente –respondió él–. Lo que me
preocupa es que tú estés bien.
–Lo estoy, no te preocupes –dijo Miley–. Espero que Demi no se haya enfadado conmigo. Pensé que estaría muy cansada después del parto y con toda la familia alrededor no quería molestar… –Tú no molestas nunca –la interrumpió Joe–. Solo llamaba para saber si estabas bien. Sé que no debe haber sido fácil para ti ver a Nick… Miley se dio cuenta entonces de que Joe era mucho más perceptivo de lo que ella hubiera podido imaginar.
–Te agradezco mucho que hayas llamado, pero estoy bien. Y lo que tienes que hacer es preocuparte por Demi y por tu niña. Dile que iré a verla mañana.
–Lo haré.
–Pero tienes razón –dijo Miley entonces–. No podía quedarme.
–Si quieres que me lo cargue, lo haré. De hecho, no me lo cargo porque una vez yo fui tan imbécil como él. Pero al final vi la luz, de modo que siempre hay esperanza.
Miley sonrió mientras bajaba del taxi.
–Gracias, Joe. Dile a Demi que iré a verla mañana.
–Muy bien. Cuídate.
–Lo haré.
Una vez en su apartamento, miró el móvil de nuevo y vio que tenía un mensaje de Nick: Maldita sea, contesta al teléfono. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? 
Miley guardó el móvil en el bolso. No, no estaba bien. De hecho, no se había sentido peor en toda su vida.
Al día siguiente, estaba agotada. Se levantó temprano, después de haber dado vueltas y vueltas en la cama durante toda la noche, y se dirigió al café. Debería sentirse en la cima del mundo, pero tenía que hacer un esfuerzo para no llorar.
Lo único que hizo soportable el día fue que Nick no apareciese por el local.
Miley temía que apareciese en cualquier momento porque no había respondido a sus llamadas.
Después de cerrar se fue a casa para dormir una siesta. O al menos lo intentó.
Se tumbó en la cama y cerró los ojos, pero no podía dejar de ver la sonrisa de Nick al mirar a la hija de Joe y Demi.
Estaba desilusionada, entristecida y sabía que era hora de tomar una decisión.
No podía seguir esperando que Nick se diera cuenta de que su vida no había terminado.
Tenía que hablar con él, pero antes iría al hospital para visitar a Demi y a su hija; su amiga era lo primero.
Después de arreglarse un poco salió a la calle sin abrigo, esperando que el aire fresco la espabilase, y tomó un taxi para ir al hospital.
Cuando llegó, casi habían terminado las horas de visita, pero se dirigió al ascensor de todas formas. Que alguien se atreviese a echarla de allí.
Llamó a la puerta de la habitación, esperando que su amiga no estuviese dormida, y Joe abrió un segundo después.
–Hola, Miley –dijo, abrazándola.
Ella no sabía cuánto necesitaba un gesto de cariño hasta que Joe la rodeó con sus brazos y tuvo que morderse los labios para no llorar.
Había ido allí a ver a Demi y a la niña, no a llorar sobre el hombro de su marido.
–Gracias –murmuró, apartándose–. ¿Cómo está Dems? –Dímelo tú –respondió él, señalando la cama.
Miley miró la hermosa imagen de Demi con su hija en brazos… 
–Hola, Miles.
Mira qué preciosa es mi niña.
–¿Ya le estás dando el pecho? 
–Claro.
–¿Y qué tal? Su amiga sonrió.
–Al principio no ha sido fácil, pero las enfermeras me han ayudado mucho.
Joe puso una silla al lado de la cama y le hizo un gesto para que se sentara.
–Joe me ha dicho que ayer saliste corriendo –dijo Demi entonces.
–Sí, bueno… prefiero no hablar de eso. Quiero hablar de Katelynn.
–Vamos a ver si su papá es capaz de hacer que eructe –murmuró Demi, poniendo a la niña en brazos de su marido–. Bueno, a ver – dijo luego, cruzándose de brazos–. Cuéntame qué te pasa.
–Estoy fatal –le confesó Miley–. Pero es culpa mía. Me metí en esto sabiendo cómo era Nick y tengo que hablar con él, no puedo seguir así.
Demi le apretó la mano.
–¿Qué vas a decirle? –Que le quiero.
Su amiga la miró, boquiabierta.
–Vaya, eres mucho más valiente que yo. Siempre lo has sido.
–Sí, pero tú eres más inteligente, así que estamos en paz.
–Eso no es verdad. Bueno, después de decirle que le quieres, ¿qué vas a hacer?
Miley suspiró.
–Nada. Nick hará lo que hace siempre: darse la vuelta. Pero si lo hace esta vez será para siempre. Creo que debo darle una última oportunidad… o tal vez soy yo quien quiere esa última oportunidad. En cualquier caso, no puedo seguir así. Ayer abrí los ojos y me di cuenta de que es feliz con otras personas, pero no conmigo. Y eso me duele.
–Ojalá pudiese ayudarte… –Los sueños son para los cuentos de hadas –dijo Miley, resignada–. Nick no es mi príncipe azul y yo no soy una princesa esperando un final feliz.
Demi parecía a punto de llorar y lo último que ella quería era disgustar a su amiga, de modo que le apretó la mano, intentando sonreír.
–Voy a robaros a la niña un minuto y luego me marcharé y te dejaré descansar.
Joe puso a Katelynn en sus brazos y Miley tragó saliva mientras estudiaba a aquella cosita diminuta. Tenía la piel muy suave y el pelo, donde le habían puesto un lacito rosa, como la seda.
Pasó los dedos por su naricita, fascinada, y sonrió cuando Katelynn agarró su dedo. Le había robado el corazón de inmediato. ¿Cómo no iba a ser así? Había ocurrido lo mismo al ver la ecografía de su hijo: un amor instantáneo, incondicional. Un lazo que nunca podría romperse.
No había sido igual para Nick.
Miley inclinó la cabeza para depositar un beso en la frente de Katelynn, respirando su delicioso aroma a bebé.
–Es perfecta. Lo has hecho muy bien, Dems.
Demi sonrió, alargando los brazos para tomar a su hija.
–No te preocupes, cielo, todo saldrá bien.
Ella asintió con la cabeza.
–Volveré mañana.
–Llámame si necesitas algo –se ofreció Joe.
Una vez fuera de la habitación, Miley miró su reloj y se quedó en el pasillo un momento, indecisa.
Esa noche no podría pegar ojo, de modo que lo mejor sería no retrasarlo más.
Iría a ver a Nick y hablaría con él antes de que aquella tristeza se la comiese viva.
Sería un viaje largo y era tarde, pero estaba dispuesta a hablar con él aunque tuviese que sacarlo de la cama.




2 comentarios:

  1. ooooww pobre miley :3
    espero qe nick no la aga sufrir grr ><'
    por otro lado amigaaa
    me encanto los caps estuvieron muy lindos :D
    bueno te dejo tequiero♥ besitos
    cuidate amiga C:

    ResponderEliminar
  2. wow mee encantoo
    haber como reacciona nick con la confesion dde aamor dee miley
    please siguelaa

    ResponderEliminar