Mientras marcaba el número de Demi, atravesó la habitación y se sentó en la cama a esperar a que su amiga contestara.
Un segundo antes de que saltara el contestador, escuchó la voz acelerada de su amiga.
–Será mejor que sea importante, Miley. Ya sabes lo insoportables que se ponen los niños a esta hora de la noche.
Al fondo, se oían voces discutiendo. Demi tenía un hijo de ocho años y una hija de seis que no se llevaban demasiado bien, especialmente cuando estaban cansados. Era evidente que no era un buen momento para andar haciendo confesiones.
–Lo siento –dijo Miley– , pero estoy desesperada. ¿Puedes pedirle a Joe que cuide de los niños mañana por la mañana para compañarme de compras?
–¿Qué tienes que comprar?
–Un vestido rojo y sexy.
–Casi se me cae el teléfono. ¿He escuchado bien? ¿Has dicho que tienes que comprarte un vestido rojo y sexy?
–Sí –contestó Miley, consciente de que había abierto la caja de los
truenos–. Te lo explicaré mañana.
–De eso nada. Vas a explicármelo dentro de un rato, cuando tenga un momento de calma para escuchar tu historia, que seguro es fascinante.
–De acuerdo –dijo Miley y suspiró resignada–. Pero sé amable conmigo, me siento algo débil.
–Tonterías, tú no eres frágil. ¡Niños! Si no dejáis de pelear, voy a
estrangularos. Miley, tengo que ir a poner orden entre los niños. Te llamaré más tarde.
–De acuerdo –dijo Miley y colgó.
–No puedo creerlo –dijo Demi dejando la taza de café en la mesa–. ¿Por qué Nick Jonas?
Estaban sentadas en una cafetería después de haber pasado dos horas buscando el vestido y unos zapatos a juego.
–Sabes por qué. Es la clase de hombre que le gusta a mi abuela.
–Pero no lo soportas.
–No me cae tan mal como pensaba –admitió Miley.
¿Cómo hacerlo después de lo que iba a hacer por ella?
–¡Ahora lo entiendo! Has mantenido en secreto que te gustaba. Y tú a él.
–No empieces con esas tonterías románticas, Demi.
–Entonces, ¿qué motivos tiene él para participar en esta…
–Farsa –dijo Miley, terminando la frase de su amiga–. Ya te lo he dicho, tiene un lado tierno para las abuelas.
Demi puso los ojos en blanco.
–¡Qué ingenua! Seguramente lo está haciendo para llevarte a la cama. Ahora que lo pienso, no es romanticismo lo que busca, sino sexo. Se me olvida que no todos los hombres son tan honestos como mi Joe. Ambas sabemos la clase de hombre que es Nick Jonas, Miley. Le gusta jugar y ganar. Si lo que me has contado es cierto, te has mostrado distante desde que es tu cliente, ¿verdad?
–Sí.
–A los hombres como él no les gusta que les hagan el vacío. Les gusta seducir y que los seduzcan. Eres un reto para él, Miley. Tú misma has dicho que te sorprendiste de que te invitara a una copa.
Y a navegar con él, recordó Miley de repente.
–Ese es el primer paso –concluyó Demi.
–¡Pero tiene novia! –protestó Miley.
–Que va a pasar el fin de semana en Melbourne. Qué casualidad!.
–Tú no sueles ser tan cínica. Ese papel suelo hacerlo yo.
–Es que veo que corres el riesgo de caer en sus garras. Ese hombre te pide que te compres un vestido rojo y sexy, y te falta tiempo para hacerlo. La Miley que conozco nunca hubiera hecho eso.
Miley suspiró.
–No estoy cayendo en sus garras. Es solo que no quiero parecer una
aburrida solterona este fin de semana.
–Desde luego que no lo parecerás con ese vestido y esos zapatos que te has comprado.
–Tú me dijiste que me los comprara.
–Eso fue antes de que me enterara de lo que pretendía ese hombre.
–Demi, se lo he pedido yo y no tengo ninguna intención de acostarme con Nick Jonas.
Miley sabía a qué se refería Demi. Su amiga se había formado una
opinión de Nick Jonas a partir de lo que le había contado de él en el pasado. Si lo conociera, Alison se daría cuenta de que no era un sinvergüenza. Por mucho que le costara admitirlo, el día anterior había conocido otro lado de él que la había sorprendido a la vez que impresionado.
–Tan solo está siendo amable –afirmó Miley– . Y ahora, tengo que irme. Muchas gracias por acompañarme, Miley. Nunca hubiera dado con el vestido sin ti.
–No me des las gracias todavía. Ese vestido no parece usado, así que, si todavía no sueña contigo, pronto lo hará.
De camino a casa en el ferry, Miley no dejó de dar vueltas en la cabeza a las palabras de su amiga. Era un vestido sexy, pero no exageradamente sexy, pensó una vez lo sacó de la bolsa en la soledad de su dormitorio.
Claro que aquel color escarlata era llamativo.
También lo era el cinturón ancho de piel negra con tachuelas. Era difícil encontrar un vestido de cóctel que no tuviera algo brillante y llamativo. Lo mismo pasaba con los zapatos. Miley la había convencido para que se comprara unos zapatos de tacón negro que tenían las mismas tachuelas plateadas en las tiras de los tobillos.
Miley parpadeó al volver a mirar los zapatos que había comprado. Quizá lo más prudente fuera ponerse otros que fueran menos provocativos. Pero después de revisar su armario, se dio cuenta de que no tenía otros que quedaran tan bien con el vestido. Después de su ruptura con Mario, había tirado toda la ropa y zapatos atrevidos sustituyéndolos por prendas que no excitarían a ningún hombre.
Aunque no quería excitar las hormonas de Nick Jonas ese fin de
semana, sí quería que su familia pensara que era capaz de hacerlo. Y si como consecuencia de eso Nick la miraba con ojos diferentes, lo soportaría. No lo creía capaz de dar un paso en ese sentido.
¿Por qué iba a hacerlo cuando seguramente su novia lo satisfacía en el plano sexual? a pesar de que Nick tenía fama de cambiar de novia con cierta regularidad, nunca mantenía relaciones simultáneas.
Era conocido en Sídney por su integridad.
Hasta el día anterior, la opinión de Miley acerca de su cliente no había sido muy buena. Pero ahora que lo había tratado más, empezaba a sentir que se podía confiar en él. Era un extraño pensamiento viniendo de ella, especialmente de un soltero empedernido como Nick.
De todas formas no podía perder tiempo preocupándose por esos asuntos en aquel momento.
Estaban a punto de dar las doce y media, por lo que solo le quedaba media hora para acabar de arreglarse y comer algo antes de que Nick llegara. Al menos, iba vestida con ropa decente, aunque fueran unos vaqueros y una camisa blanca.
Había pensado comprarse algo más de ropa, una falda y una blusa quizá. Pero había tardado toda la mañana en encontrar el vestido rojo. Además, los vaqueros eran perfectos para un fin de semana en el campo. Tampoco iba a dejarse el pelo suelto. No le gustaba que le cayera sobre la cara. Bastante tenía con llevarlo suelto esa noche. Se lo recogería en una coleta, un estilo más femenino que el que solía llevar. Y nada de pintalabios rojo; eso tendría que esperar hasta la noche.
Miley se estremeció al pensar en aquella noche.
«No pienses en eso, Miley. Hacerlo no te ayudará en nada y solo
conseguirás ponerte más nerviosa. Ya está hecho y no hay vuelta atrás. Piensa en la abuela, en hacerla feliz. Piensa en las buenas intenciones que te hicieron contarle que Nick Jonas era tu hombre perfecto».
Miley no pudo evitar sonreír. Le resultaba divertido imaginárselo como su hombre ideal porque, si había alguien completamente inadecuado para ella, ese era él.
Pero su abuela nunca lo sabría, pensó mientras hacía la maleta. Ella tan solo vería lo que quería ver: un hombre guapo, encantador y exitoso.
Con un poco de suerte, su abuela no se enteraría de nada.
Miley gruñó. Tenía el presentimiento de que durante el fin de semana, las cosas no iban a salir como las había planeado. Lo que no imaginaba era que antes de que el día terminara, iba a ocurrir un gran desastre.
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