Irresistibly Charming cap.12

Miley le indicó la puerta que daba a un enorme cuarto de baño. Había una bañera antigua al fondo de la estancia de azulejos blancos y negros, una ducha en el rincón de la derecha, un inodoro detrás de una puerta y una gran encimera de mármol con un espejo de iguales dimensiones.
–Vaya –dijo Nick–. Creo que nunca había visto un cuarto de baño así.
–Es bastante antiguo.
–Quizá, pero me gusta.
–Esa otra puerta –dijo Miley señalándola–, da al pasillo, así que no olvides echar el pestillo si no quieres tener una visita inesperada.
Aunque en la casa no iba a dormir arriba nadie más que su tío Bill y su tía Dolly, y el dormitorio principal que estaba al otro lado del pasillo, tenía su propio cuarto de baño.
–De acuerdo –dijo Nick.
Al cerrar la puerta, Miley sintió alivio por quedarse sola en la habitación. Le sentaría bien alejarse de su perturbadora presencia, aunque tan solo fuera por unos minutos. Tendría la oportunidad de calmar el gusanillo que sentía en el estómago y recuperar la compostura.
No le ayudó deshacer la maleta, sobre todo al ver el camisón rosa que había llevado. Aunque no era muy provocativo, era demasiado corto y los tirantes muy finos. Al menos, había tenido la precaución de llevar también una bata a juego.
Sintió un nudo en el estómago al pensar en cómo se iba a sentir al tener a Nick durmiendo a su lado. De lo que estaba segura era de que no dormiría demasiado.
Nick volvió del baño y ella aprovechó para escapar.
–No tardaré demasiado –dijo tomando su neceser y pasando junto a él.
Nick sacudió la cabeza y se preguntó qué podría hacer o decir para
calmarla. Más que té, lo que Miley necesitaba era un buen trago o…
Nick sonrió. Sería muy difícil relajar a Miley con sexo, teniendo en cuenta que la idea de compartir cama con él parecía aterrorizarla.
El hecho de que no confiara en que podía mantener las manos apartadas de ella, lo molestaba. ¿Qué era lo que le había hecho? Sí, era cierto que tenía fama de mujeriego en Sídney, pero no era un canalla ni un caradura.
Y si después de cortar con Delta surgía algo con Miley, tampoco sería un mentiroso. Pero eso no importaba. Aunque le gustara Miley, cosa que no era así, de ninguna manera empezaría con ella algo que podía acarrearle problemas en el futuro. Miley era una pieza muy valiosa para sus negocios. Además, se había dado cuenta de que era muy vulnerable.
Iba contra sus propias normas seducirla, ni siquiera por compasión. Claro que Miley tampoco se dejaría seducir. Para eso debía sentirse atraída por él, algo que evidentemente no pasaba. Pero entonces, ¿por qué estaba pensando en esas cosas?
La puerta del baño se abrió y Miley salió. Parecía algo más tranquila, pero daba igual. Estaba empezando a perder la paciencia con ella.
–No olvides lo que te he dicho sobre sonreír –le advirtió Nick mientras bajaban la escalera diez minutos más tarde–. Venga, enséñame tus bonitos dientes blancos –añadió deteniéndose para mirarla.
Miley se esforzó en sonreír.
–¿No puedes hacerlo mejor?
–Lo siento. Supongo que estoy nerviosa.
–No sé por qué teniéndome a tu lado.
–¿Eres siempre tan egocéntrico?
Nick se encogió de hombros.
–Supongo que sí. Supongo que es consecuencia de haber sido un buen portero de fútbol. Tienes que estar completamente seguro de lo que haces o estás perdido porque estás solo ahí fuera. No puedes tener un solo pensamiento negativo o todo se echa a perder. Pero hoy no estás sola, Miley. Me tienes a mí para ayudarte.
Pero tienes que hacer algo por ti, así que sonríe y procura que sea
convincente.
Miley sonrió, pero seguía sin parecer una mujer enamorada.
–Un poco mejor –dijo Nick, sintiéndose completamente desesperado–. Anda, dame la mano.
Al ver que dudaba, le tomó ambas manos y la atrajo hacia él.
–El problema contigo es que llevas mucho tiempo apartada de los hombres y de los besos.
No pretendía hacerlo, pero de repente, perdió el control y unió sus labios a los de ella.
Durante un segundo, Miley se quedó de piedra.
Aquello era lo que tanto había temido, que Nick tratara de aprovecharse de ella. Incluso le había llevado las manos hacia atrás, obligando a que sus senos tocaran su pecho.
Miley sabía que, si quería, podía escapar de su abrazo. Lo único que tenía que hacer era llevar la rodilla a su entrepierna y la soltaría. Pero no lo hizo. En vez de eso, permaneció inmóvil permitiéndole hacer lo que estaba haciendo sin oponer resistencia ni decir nada.
Pero en cuanto la obligó a separar los labios y metió la lengua en su boca, dejó escapar un sonido. Fue un suave jadeo de sumisión.
Nick también jadeó y, durante unos segundos más, continuó besándola apasionadamente, antes de separar bruscamente los labios y quedarse mirándola bruscamente los labios y quedarse mirándola sorprendido. El pecho le subía y bajaba al ritmo de su agitada respiración.
¿Cómo podía haberle gustado lo que Nick había hecho? Lo cierto era que le había encantado. Incluso seguía sintiendo su calor. Trató de sentirse avergonzada, incluso enfadada, por lo que había permitido que ocurriera. Pero no pudo.
De repente esbozó una cálida y tierna sonrisa que la confundió aún más.
–Creo que te caigo mejor de lo que crees –dijo Nick dando un paso
adelante para tomar su rostro entre las manos.
Antes de que Miley pudiera decir algo en su defensa, volvió a besarla. Esta vez el beso fue más cálido, pero igual de intenso y sensual que la primera vez. Sin saber cómo, se encontró rodeándolo por la cintura, estrechándose contra él.
–¡Oh! –exclamó una voz femenina.
–No te muevas –susurró Nick antes de que se apartara.
Con una gran maestría, dejó caer las manos a su cintura y la hizo girarse.
Miley trató de mostrarse relajada, pero no pudo evitar sentir que las mejillas le ardían. Por suerte, su tía parecía más preocupada en disimular su azoramiento.
–Lo siento. Tan solo he venido para ver qué os estaba  entreteniendo. No pretendía…
–Está bien, Dolly –dijo Nick– . Deberíamos ser nosotros los que nos
excusáramos por haceros esperar.
Miley no dijo nada. Se le había secado la garganta y sus pensamientos eran confusos.
–Entiendo perfectamente –dijo Dolly–. Pero como podrás imaginarte, Jane está deseando conocerte.
–Y yo conocerla –replicó Nick–. Por favor, indícanos el camino.

Durante el breve recorrido desde el vestíbulo hasta el porche trasero de la casa, Miley trató de recuperar la compostura mientras Nick le daba la mano con firmeza.
Pero le resultó difícil. Su cabeza no dejaba de dar vueltas.
Al ver a su abuela sentada en una silla de ruedas en el porche, toda
preocupación por lo que acababa de pasar desapareció. Miley sintió que el corazón se le encogía al ver su aspecto frágil.
–Hola, abuela –dijo soltando al mano de Nick para inclinarse a besar a su abuela–. ¿Cómo estás?
–Bien, cariño, bien. Me alegro de que estéis aquí.
¿Así que este es el joven del que me has hablado?
Laura no pudo evitar sentirse orgullosa al ver los ojos grises de su abuela reparar en todos los detalles del rostro y cuerpo de Nick.
–Esta vez lo has hecho muy bien, querida nieta –dijo sonriendo
complacida–. ¿Cómo está, señor Jonas? –añadió, ofreciéndole su mano.
–Muy bien, señora –dijo tomando su mano entre las suyas–. Prefiero que me llame Nick.
–Por supuesto, Nick –dijo sonriendo–. Pero solo si prometes llamarme Jane. Ahora, siéntate a mi lado y háblame de ti.
Nick sonrió y obedeció.
–Entonces, pasaremos el resto de la tarde tomando té –dijo él.
–Quiero averiguar si tu carácter tiene algo que ver con lo guapo que eres.
–¡Abuela! –exclamó Miley, incómoda por lo sincera que estaba siendo su abuela.
–Está bien, querida –dijo Nick sonriendo– . No tengo nada que ocultar. Además, conociéndote, seguro que le has contado a tu abuela todo sobre mí. 
–Sí, supongo que sí.
–Entonces, no hay nada de qué preocuparse.
«Excepto que me has besado dos veces. Será mejor que pienses en la razón por la que estás haciendo esto. Piensa en hacer feliz a la abuela, aunque solo sea por un fin de semana», se dijo Nick.
Escuchar las respuestas de Nick a las muchas preguntas de su abuela resultó muy interesante.
Enseguida se dio cuenta de que aunque conocía los éxitos de Nick en los negocios y en los deportes, apenas sabía nada de su familia, excepto que había sido criado por su abuela. Resultó ser hijo único, nacido y criado en los suburbios del oeste de Sídney. Su padre se había largado antes de nacer y su madre había muerto de cáncer a los treinta y cuatro años, dejándolo a cargo de la abuela, una
mujer viuda y que vivía de una pensión.

–Tenía muy poco, pero me daba todo lo que podía –dijo con una nota sentimental en su voz–. Fue una mujer maravillosa a la que quise mucho.
–Presumo que ya ha fallecido, ¿no?
–Hace muchos años, antes de que empezara a ganar mucho dinero. No pudo verme jugar en ningún equipo europeo, pero sí me vio ganar importantes partidos con mi equipo local cuando era un adolescente. Aunque real mente nunca los vio –comentó riendo con amargura–. Se ponía tan nerviosa que prefería estar paseando por el campo a sentarse a ver el partido. Entonces, cuando oía los gritos de alegría, se giraba para mirar si mi equipo era el que había metido el gol.
–Solía ponerme nerviosa viendo a Shane jugar al fútbol –comentó Dolly mientras le ofrecía un plato de pastas a Nick–. Shane es mi hijo. ¿Te ha dicho Miley que esta noche viene a cenar para conocerte? Te admira mucho.
Nick sonrió y tomó una pasta.
–Sí, me lo dijo.
–Espero que no te importe.
–En absoluto.
Y así continuó la tarde, con Nick mostrándose encantador y Miley sentada al sol de la tarde, sin poder evitar observarlo todo el tiempo. Estaba muy guapo y sexy.