–Siento que pienses tan mal de mí –dijo con voz calmada, a pesar del temblor de su interior–. Estaba siendo sincera con mi propuesta y no hipócrita. Creo que no puedes culparme por sugerir una relación estrictamente sexual cuando me dijiste que no podías ofrecerme otro tipo de compromiso. Pero ahora me doy cuenta de que ese acuerdo no me gustaría, ni siquiera por una noche. Es
mejor que lo demos por terminado hoy y así podrás seguir con tu vida y yo con la mía. Espero que la próxima vez que conozca a un hombre, quiera algo más que una relación esporádica.
Nick apretó los labios al oírla rechazar su proposición. Había pensado que no se negaría, teniendo en cuenta que había admitido estar loca por él. Se había imaginado que sería él el que controlara la situación y que ella no dejaría de suplicarle más. Eso era lo que quería, tener a Miley en sus brazos, desnuda y ansiosa, pero con sus condiciones, no las de ella. Un hombre tenía su orgullo.
–Muy bien, terminaremos hoy.
Fue como un golpe físico para Miley. Tuvo que esforzarse por no llorar.
¿Qué había hecho? De repente, le parecía mejor una noche con él que aquel vacío.
–Dejaré que te ocupes de mandarme a otro abogado con el que reunirme los viernes –dijo él con amargura–. Me da igual la excusa que pongas.
–De acuerdo.
–Y ahora, si no te importa, no quiero seguir hablando –anunció y encendió la radio, a la vez que apretó un botón para que el techo se cerrara.
Miley sintió que el corazón se le encogía. El cierre del techo era el anuncio de que todo se había acabado.
Rápidamente, giró la cabeza hacia la ventanilla para que Nick no la viera llorar.
Empezó a llover al poco de abandonar la autopista.
Era un chispeo gris que parecía reflejar los sentimientos de Miley. Quería decir algo para romper aquel horrible silencio, pero no encontraba el coraje para hablar.
¿O era el sentido común lo que la hacía permanecer callada?
Sospechaba que, si abría la boca, sería para disculparse en primer lugar y luego para aceptar lo que Nick le proponía para que no la dejara en la puerta de su casa. La idea de no volver a verlo le resultaba terrible, por lo que empezó a preguntarse si se habría enamorado de él. No parecía probable, pero ¿por qué si
no se sentía tan triste? Era imposible que la lujuria siguiese guiando sus sentimientos.
Mientras seguía especulando con el motivo de su desesperación, sus ojos se fijaron en cómo las manos de Nick abrazaban el volante. Tenía las manos grandes y los dedos largos y fuertes. Con razón había sido un buen portero de fútbol. Pero nada de eso importaba a Miley.
Lo único en lo que podía pensar al mirarlas era en lo cálidas y expertas que habían sido al acariciarla.
Todavía podía sentirlas sobre su cuerpo.
Sintió un fuerte deseo y se estremeció. Su vientre se contrajo, al igual que sus pezones.
«Al menos ahora lo sé», se dijo mientras la sangre ardía en sus venas.
Se sonrojó y la piel se le puso de gallina. No era amor, tan solo deseo.
A punto estuvo de morirse de la vergüenza cuando la miró en ese preciso instante. Era imposible ocultar lo que su rostro evidenciaba. No podía hacer nada por disimular que estaba desesperada por él.
Nick no dijo nada. Se quedó mirándola unos segundos antes de volver la atención a la carretera.
Pero Miley reparó en que los nudillos le blanqueaban y se percató de que estaba tenso. Sabía lo que ella quería y él quería lo mismo.
No dijeron ni una palabra cuando detuvo el coche ante su casa. Ambos salieron en silencio y Nick la ayudó a llevar sus cosas hasta el porche. Miley se sorprendió al no ver a Rambo aparecer. Probablemente estaría durmiendo en la mecedora del vecino, algo que le gustaba hacer cuando ella no estaba. Una vez abrió la puerta, se giró hacia Nick, tan asustada porque se fuera como porque se
quedara.
–Nick, yo…
–Cállate –dijo él.
Su rostro y sus ojos parecían atormentados al dejar todo lo que llevaba en la barandilla y empujarla hacia el pasillo, cerrando la puerta con el pie.
No tenía sentido negarse ni protestar porque lo que Miley quería que hiciera, era lo que iba a hacer. El temblor ya había empezado en su interior.
«Sí, sí, abrázame contra la pared. Bésame hasta que no pueda pensar. Arráncame la ropa y hazme tuya».
–Cielo santo –gritó cuando por fin la penetró.
Fue un encuentro rápido e intenso más allá de todo sentido común.
Miley no podía dejar de jadear mientras aumentaba en ella la pasión. Él alcanzó el orgasmo y sus espasmos provocaron que ella lo hiciera a continuación.
La sensación fue tan intensa que Miley empezó a sollozar y dejó caer los brazos a los lados mientras las piernas empezaban a temblarle. Podía haberse caído al suelo si Nick no la hubiera estado sujetando.
–Oh, Miley. Lo siento, lo siento mucho.
–Está bien –consiguió decir entre sollozos.
–No –dijo él, tomándola por los hombros–. No está bien. Lo que acabo de hacer no ha estado bien. Ha sido un error –añadió mirándola a los ojos.
La angustia que veía en él la obligó a controlar su llanto para asegurarle que no la había violado, si era eso lo que pensaba. En ningún momento había intentado evitarlo ni había dicho que no.
–Es tan culpa tuya como mía, Nick –dijo, sin poder controlar su voz.
–No estoy de acuerdo –dijo subiéndose la cremallera de los pantalones, antes de ayudarla a recoger su ropa–. Te he forzado. No he usado protección. ¿Y si te quedas embarazada? Deberían ponerme contra la pared y fusilarme.
–No me has forzado, Nick. Quería que hicieras lo que has hecho. Lo he disfrutado y lo sabes.
Él se quedó mirándola fijamente.
–Te aseguro que las posibilidades de que me quede embarazada –continuó Miley– son remotas. Mi ciclo menstrual es regular y tendré la regla el miércoles. En ese sentido, estamos seguros. A menos que temas que pille otra cosa que no sea un bebé.
No tenía sentido ignorar que tenía una amplia colección de amantes a sus espaldas. Quizá antes había tenido sexo sin protección con alguien no tan segura como ella.
–Tienes mi palabra de que tu salud no está en peligro conmigo. Nunca antes había practicado sexo sin protección. Es la primera vez, créeme.
–¿De verdad? –preguntó Miley sin poder evitarlo.
Al ver que asentía, sonrió. Le resultaba halagador hacer sido la primera mujer con la que perdía el control de esa manera.
–Sí, ya me doy cuenta –dijo Nick ladeando la cabeza–. Ya sé que no te importa si me quedo a pasar la noche.
–Yo… eh… Lo cierto es que confiaba en que fuera más de una noche – afirmó, consciente de que era incapaz de despedirlo.
OKK... ME SIGUES DEJANDO CON CURIOSIDAD...
ResponderEliminarTENES QUE SEGUIRLA MITCHIE
AHORA QUE VA A PASAR ¿?
COMO MINIMO SE QUEDA EMBARAZADA
aaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!
ResponderEliminaramiga me encanto!! :D
nose amo qe miley tenga el control
espero con ansias los proximos caps
amodoro♥
cuidate amiga