martes, 1 de enero de 2013

Irresistibly Charming cap.21



Tu familia no está tan mal –fue lo primero que le dijo Nick mientras se alejaban de la casa.
Miley suspiró.
–Han sido muy agradables este fin de semana –admitió–, pero todo se debe a tu presencia. Has tenido a mi abuela comiendo de tu mano. ¿Qué demonios le dijiste durante el paseo? Parecía mucho más contenta que ayer.
–Apenas dije una palabra. Ella fue la que habló durante casi todo el tiempo. Me dijo por dónde ir y seguí sus indicaciones. Me enseñó el pueblo y la iglesia, la que está junto a los jardines de Hunter Valley. Por cierto, me pidió que te dijera que es allí donde quiere que se celebre su funeral.
–Vaya por Dios.
–No se puso sentimental, tan solo estaba siendo práctica.
–Pero ya no se va a morir. Tardará años en hacerlo.
¿Qué más te dijo? ¿Te preguntó cuándo íbamos a comprometernos?
–No directamente, pero sí me dijo que en esa iglesia se celebraban muchas bodas.
–¿Y qué dijiste?
–Nada, que lo recordaría.
–Debiste de decirle algo para que estuviera tan contenta contigo.
–Le prometí venir a la fiesta por su ochenta cumpleaños en noviembre.
–Oh, no. ¿Crees que ha sido una buena idea?
–No veo por qué no.
–Quiero decir que quizá no duremos tanto.
La conversación con Demi le había hecho darse cuenta de que no debía hacerse ilusiones.
–Mis novias suelen durarme algo más de dos meses.
Miley trató de mantenerse fría, pero le resultó difícil puesto que su corazón latía feliz.
–¿Quieres decir que pretendes que nuestra relación sea pública?
–¡Por supuesto! ¿Qué habías imaginado, que te mantendría en secreto?
Miley no podía decirle la verdad, que había estado imaginándose
precisamente eso.
–Supongo que sí. No soy una mujer guapa y glamurosa como con las que sueles salir.
–Dios mío, Miley, ¿te miraste al espejo anoche? Estabas tan guapa y glamurosa como cualquiera de mis novias.
–Pero sabes muy bien que no suelo vestirme así.
–No hay razón para que no lo hagas. Lo único que tienes que hacer es ir a comprar ropa nueva y maquillarte de vez en cuando.
–La gente del trabajo se preguntará qué me ha pasado.
–¿De verdad te preocupa lo que piensen?
–Sí –admitió ella.
El resultado de aquel cambio radical iba a traer consecuencias. No quería que sus colegas se rieran de ella a sus espaldas. No quería quedar como una estúpida cuando les dijera que Nick había dejado de ser su cliente porque estaba saliendo con él. Todos sabían cómo era. Las mujeres habían comentado en muchas ocasiones que era un rompecorazones.
–No, Nick–dijo Miley al cabo de unos segundos y se sorprendió a sí
misma.
–¿No qué? –preguntó sorprendido.
–No quiero comprar un vestuario nuevo y no, no quiero ser tu novia. De pronto, se hizo un silencio tenso en el coche.
Miley vio que los nudillos de Nick blanqueaban mientras se aferraba al volante.
–No hablas en serio –dijo por fin, con una nota de incredulidad.
–Claro que sí.
–¿No quieres volver a dormir conmigo?
–No he dicho eso.
Nick se quedó sorprendido, aunque no tanto como ella al oír en voz alta sus pensamientos. Era ella la que quería mantener su relación en secreto y no al contrario.
–No puedes estar diciendo lo que creo que estás diciendo –dijo él, no muy contento al verse relegado al papel de amante secreto.
Una vez asumido el shock de su sugerencia, Miley descubrió que la idea le gustaba. ¿Qué mejor manera de protegerse del dolor y la humillación que manteniendo su aventura estrictamente sexual y en secreto, además de breve?
Decidió que una o dos semanas sería suficiente para saciar el deseo que seguía ardiendo en ella.
Sería tiempo suficiente para satisfacer la curiosidad que sentía por las cosas eróticas que Nick quería enseñarle.
–Será la mejor solución –dijo, sintiéndose exultante por haber tomado el control de su destino– . Eres un gran amante, Nick, probablemente el mejor que tenga en mi vida. Por eso quiero disfrutar un poco más de tu increíble talento en la cama. Pero ambos sabemos que no puedes darme lo que quiero, un marido y una familia. A eso hay que añadir que ya soy mayorcita.
Sinceramente, ser tu novia, aunque sea tan solo por unos meses, es
malgastar el tiempo. Lo cierto es que quiero disfrutar del sexo contigo, pero no por mucho más tiempo. Un par de semanas más estaría bien. Me doy cuenta de que mi propuesta puede herir tu ego, pero piensa en el lado positivo: no tendrás que llevarme a ningún sitio ni invitarme a cenar a restaurantes caros.
No tendrás que conocer a mis amigos. Lo único que tendrás que hacer será…
–¡Ni se te ocurra usar esa palabra! –exclamó Nick.
–Solo iba a decir «echar un polvo».  
Lo cierto era que iba a decir «hacerme el amor».
–Esa expresión también la odio.
–¿Te estás poniendo susceptible? Lo dice un hombre que no tuvo reparos en decirme que lo único que le interesaba era el sexo. ¿Cómo prefieres llamarlo?
–Preferiría que te convirtieras de verdad en mi novia.
Miley apretó los labios para evitar caer en la tentación de decir que sí.
–Lo siento, no puedo hacerlo.
–¿Lo sientes? no creo que lo sientas.
–Y yo creo que no deberías apartar los ojos de la carretera –dijo Miley cuando el coche dio un bandazo.
Nick soltó una maldición y no se molestó en disculparse. En vez de eso, se quedó en silencio, mientras el coche avanzaba como solo un deportivo podía hacerlo. Miley también permaneció callada, decidida a no flaquear en su decisión de llevar el control de su vida y de aquella aventura. Habían cruzado el puente del río Hawkesbury y estaban llegando a las afueras de Sídney.
–De acuerdo, ahora que me he calmado, te diré cómo veo la situación. Siento si te he dado la impresión de que lo único que quería era sexo. Me gustas, Miley. Me gusta tu compañía y tu conversación y me gustaría llevarte a sitios e invitarte a cenar. Y lo que de verdad me agradaría sería que dejaras a un lado esa
máscara tras la que te ocultas y te conviertas en la mujer cálida, guapa, sexy y sofisticada que sé que puedes ser. Y no creo que pasar tiempo conmigo sea malgastarlo. La vida es para vivirla no por el futuro, sino por el aquí y ahora. 
Nick hizo una larga pausa, quizá esperando que su argumento funcionara.
Pero Miley no parecía muy convencida. Ella no creía en aquellas tonterías de vivir el presente. Para ella, a menos que el destino interviniera con un accidente o una enfermedad, el futuro siempre llegaba y había que aceptar lo que se había hecho en el pasado. Para él no había inconveniente, él no se enamoraba. ¡Pero ella sí! y
no iba a hacerlo esta vez.
–Entiendo –continuó Nick, mirando de soslayo su rostro imperturbable–. Evidentemente, lo que a mí me parezca es irrelevante. Mira, no es mi intención hacer cambiar de opinión a una mujer, pero tampoco estoy de acuerdo contigo en esa estúpida situación. A la vez, te sigo deseando, Miley, con una intensidad
irracional. Así que me quedaré contigo esta noche para darte lo único que quieres de mí. Pero cuando llegue mañana por la mañana, todo se acabará. Esa es mi propuesta. Si no estás de acuerdo, me temo que todo terminará esta noche cuando lleguemos a tu casa.
Miley respiró hondo. Sus sentimientos eran confusos.
Se sentía furiosa porque la hubiera acusado de usarlo, a la vez que tenía miedo ante la posibilidad de no volver a estar con él. Lo que sería el caso si no aceptaba su propuesta. Pero ¿cómo aceptar? La había hecho parecer una loca del sexo dispuesta a perder la oportunidad de tener una verdadera relación con él a cambio de dos semanas de buen sexo. Acceder a una sola noche de lo mismo
parecía mucho peor.
No estaba tan desesperada, ¿no?

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