sábado, 2 de febrero de 2013

Irresistibly Charming cap.23




La aparición de Rambo caminando por el pasillo hacia ella fue una
agradable distracción.
–Hola, bonito. ¿Me has echado de menos?
El gato maulló y luego se frotó contra los tobillos de Nick. Cuando Nick lo tomó en brazos, Rambo empezó a ronronear.
–Le gustas –dijo Miley, tratando de no sentirse celosa.
–Es un gato muy bonito, a pesar de tener tan solo un año. Y su pelo es muy suave.
–Está muy mimado.
–Supongo.
–¿Duerme en tu cama contigo?
–No, por la noche le gusta pasear. He intentado encerrarlo, pero entonces se pasa la noche mirando por la ventaba y maullando. Es mejor dejar que haga lo que quiera.
–Un gato muy listo. Te tiene bien entrenada.
–Le quiero mucho –dijo poniéndose a la defensiva–.
Cuando quieres a tu mascota, no soportas verla sufrir.
–Por eso la valla de tres mil dólares –dijo Nick.
–¡Me hubiera gastado diez mil! ahora, si no te importa, tengo que darle de comer o luego no habrá quién lo soporte. Y eso no nos gustaría, ¿verdad que no? –comentó mirando al animal.
–Me alegra ver que algunas cosas no cambian.
Toma –dijo Nick dándole el gato–. Todo tuyo. Por cierto, después de que le des de comer, ¿hay alguna posibilidad de poder tomar un café? ayer me enseñaste la cocina.
Miley no podía creer que tan solo hubiera pasado un día. Habían cambiado muchas cosas. La Miley del día anterior, con su timidez, se habría preocupado mucho de hacia dónde estaba yendo su aventura con Nick. La Miley de esa mañana seguía algo preocupada.
Pero la Miley que acababa de tener un fantástico y salvaje encuentro sexual contra la pared veía las cosas de un modo diferente. Ya no iba a preocuparse de enamorarse de Nick y volver a acabar con el corazón roto. Estaba decidida a disfrutar del momento. El futuro a largo plazo podía esperar. El único futuro que le preocupaba era el inmediato, es decir, aquella misma noche.
Sus latidos se aceleraron al caer en la cuenta de que pronto volvería a estar en la cama con Nick. De vuelta en sus brazos, disfrutando del placer más increíble.
Estaba deseando volver a estar desnuda a su lado, a sentir sus caricias por todas partes. Su cabeza empezó a dar vueltas a la idea de volver a acariciar su pene. Y no por una estúpida idea de amor sacrificado. Quería sentir toda la fuerza que le había descrito la noche anterior y hacerle perder el control.
Un maullido de Rambo la sacó de sus pensamientos.
–No lo entenderías, Rambo –murmuró–. A ti te esterilizaron. Venga, come. Luego, quiero que seas un buen chico y no me molestes el resto de la noche.
–Espero que no estéis hablando de mí –dijo Nick al entrar en la cocina, mirándola con sus divertidos ojos–. Porque no pretendo ser bueno. Y pienso molestarte, pero todavía no he tomado café. Te aconsejo que tú también lo tomes. No quiero que te quedes dormida. Por cierto –añadió mirando a su alrededor–. Me gusta tu cocina. Es agradable la madera.
–Es roble –dijo Miley tirando una lata vacía a la basura–. Roble de verdad.
–Es clásica –dijo sentándose en uno de los taburetes que había junto a la barra del desayuno–. Como tú.
Miley no supo qué decir ante aquel cumplido.
–Gracias –contestó y se dio la vuelta para preparar el café–. Me temo que solo tengo instantáneo.
–No importa. Lo quiero solo.
–No sé cómo te gusta sin leche y azúcar.
–Aprendí a que me gustara así cuando no tenía ni leche ni azúcar.
Ella le miró frunciendo el ceño.
–¿De veras fuiste tan pobre?
–No tienes ni idea.
–No, supongo que no. Puede que no fuera feliz de adolescente, pero nunca fuimos pobres. Desde luego que nunca pasé hambre. Debió de ser terrible. Nick se encogió de hombros, como si ya nunca pensara en ello.
–Me hizo valorar las cosas una vez pude empezar a permitírmelas. Y eso me hizo trabajar mucho para poder tenerlas. Pero ya está bien de hablar. Nunca me ha gustado hablar demasiado. Es una pérdida de tiempo.
–Pero gracias al pasado hoy eres como eres –dijo Miley, sintiendo
curiosidad por saber más de él.
El día anterior había contado algunos detalles de su vida a su familia.
Incluso su abuela se había dado cuenta de que su infancia no había sido fácil.
–Sí, ahora lo sé, Miley –replicó un poco impaciente–. Pero no me gustan los análisis de ninguna clase. Creo que no hace bien a nadie el anclarse en el pasado. Solo sirve para revivir antiguos problemas. Es mejor dejar las cosas a un lado y seguir hacia adelante.
Miley estuvo a punto de decirle que eso era más fácil decirlo que hacerlo, pero decidió no hacerlo. No quería decir o hacer algo que pudiera estropear el resto de la velada.
–Hablando de seguir hacia delante –dijo él– . Ven conmigo. La cama nos espera.

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